Esta es una de las películas más esperadas de este fin de año: Rubia con Ana de Armas finalmente está disponible en Netflix. ¿Vale la pena ver esta biopic falsa de Marilyn Monroe?
¿DE QUÉ HABLA?
Adaptado del éxito de ventas de Joyce Carol Oates, BLONDE es una audaz reinterpretación de la trayectoria de Marilyn Monroe, uno de los íconos más atemporales de Hollywood. Desde su tumultuosa infancia hasta su meteórico ascenso y complejas historias de amor, desde Norma Jeane hasta Marilyn, BLONDE desdibuja la línea entre la realidad y la ficción para explorar la creciente brecha entre su personalidad pública y la persona que era íntima.
¿CON QUIÉN ES?
Para encarnar a Norma Jeane alias Marilyn Monroe, se eligió a la actriz cubana Ana de Armas (revelada en Knock Knock y vista desde Blade Runner 2049, Knives Out, Dying can wait y The Grey Man). La actriz se ha transformado y se ha deslizado en la piel del icono de Hollywood con mucha facilidad.
A su lado encontramos a Bobby Cannavale (Boardwalk Empire), Adrien Brody (El pianista, El gran hotel Budapest), Julianne Nicholson (Masters of Sex), Caspar Philipson (Jackie, Misión imposible: Fallout) o Toby Huss (Jerry Maguire, Cazafantasmas).
¿BIEN VALE UNA MIRADA?
Blonde es una de esas películas muy esperadas que han sido objeto de muchas controversias incluso antes de su estreno. Pero, ¿están realmente justificados? El largometraje de Andrew Dominik (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford) tardó mucho en estrenarse en Netflix debido a las discrepancias artísticas -sobre todo en las escenas de sexo crudo y las secuencias violentas- entre el director y la plataforma.
Finalmente, el cineasta ganó su caso con un corte final propio pero con una clasificación NC-17 (que corresponde a una prohibición para menores de 17 años al otro lado del Atlántico). Este trato parece el más inteligente porque Blonde está lleno de escenas impactantes e inquietantes, que es mejor ponerlas frente a una audiencia informada. En Francia, la película está prohibida para menores de 18 años.

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Sí, esta película biográfica falsa no es para todos y requiere un cierto requisito. Pero es totalmente digno de ver y experimentar, ya que es una experiencia real. Sobre todo si se tiene en cuenta que se trata de una interpretación de la vida de Marilyn Monroe y no de un biopic en el sentido estricto del término ni de un documental. Es gracias a esta distinción que Andrew Dominik puede permitirse una ficción intransigente, fuerte y brillante.
La cineasta adapta el sesgo de la autora Joyce Carol Oates, quien retrató en su libro “Blonde” un ambiente tóxico de Hollywood, el trágico viaje de una mujer y una vida hecha de brillo y sangre a través de la figura icónica de Marylin Monroe, en una niebla fascinante entre la ficción y realidad
Andrew Dominik vuelve a apropiarse de esta figura y esta historia ficticia para ofrecer una historia conmovedora y horrible sobre una mujer abandonada, moldeada, deseada, gritada, agredida, abusada y asesinada por los hombres que se cruzaron en su camino. Si bien los temas tratados son universales, las múltiples referencias a la vida de la estrella son más o menos accesibles para los novatos, ya que la película se centra más en una experiencia sensorial que en un relato fáctico de su carrera.
Para ello, se sumerge en los meandros fantasiosos de los rincones más oscuros de la existencia de la estrella de Hollywood y lo erige como símbolo de una poderosa resiliencia y una fuerza de la naturaleza, compartida entre la cándida necesidad de ser amado y reconocido por todos y la percepción inteligente y sutil de la violencia y la injusticia del mundo que le rodea.

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Este ejercicio de estilo recuerda al de Pablo Larraín, que ya había moldeado a su manera otras visiones noveladas de grandes figuras femeninas: Lady Diana (Kristen Stewart) en Spencer y Jackie Kennedy (Natalie Portman) en Jackie. Cada uno de ellos había tenido su “película de terror”, su historia trágicamente agobiante y su puesta en escena inquietante y muy dramática.
Pero Andrew Dominik va más allá de las dos películas mencionadas anteriormente y mira más bien el lado de David Lynch y su propia musa: el personaje de Laura Palmer, heroína de la serie Twin Peaks. Esta joven, amada y querida por todos, fue presa de un mal demoníaco que la hizo llevar una doble vida y que la hizo sufrir las peores atrocidades.
Dejando de lado la parte fantástica, Blonde y Twin Peaks comparten muchos puntos en común. Las dos heroínas sufren una especie de doble personalidad y se debaten entre dos identidades, muy diferentes pero que al final se retroalimentan.
Ser o no ser Marilyn
Marilyn Monroe no sería Marilyn Monroe sin Norma Jeane y Norma Jeane no sería Norma Jean sin Marilyn Monroe. Y Blonde se esfuerza por mostrar cómo estas dos identidades se complementan tanto como se canibalizan, alternando voluptuosas secuencias oníricas y más intensas escenas de pesadilla.
Ciertas secuencias de la película no dejarán indiferente a los espectadores, aunque lejos de lo vulgar y excesivamente gráfico anunciado, en particular las escenas de violación, agresión sexual y violencia doméstica. ¿Realmente queremos ver esto? Absolutamente no. Pero forman parte de una tensión permanente y un sentimiento de opresión que se cierne sobre toda la película que estructura una bajada a los infiernos y un vicio que aprieta a Marilyn.

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En el mejor de los casos, te emocionarás y emocionarás con el contenido de estas escenas, en el peor, las encontrarás de muy mal gusto. Aparte de estas secuencias, seguramente discutibles, el resto de la propuesta parece un formidable patio de recreo para Andrew Dominik que se divertía con su puesta en escena, sus luces, la sucesión entre el blanco y negro y el color -¡e incluso el infrarrojo! – para entregar secuencias memorables.
El director pone su mayor mimo en este proyecto que ha tardado más de diez años en completarse y para el que ha desarrollado una “biblia de imágenes” de más de 700 páginas. Blonde también se enriquece con lujosos disfraces, escenarios y otros accesorios y se crea, recrea y elabora con precisión, autenticidad y profundidad. Se realizó una verdadera artesanía en Blonde y esta riqueza visual permite ofrecer un adorno único a este estuche.
Y por supuesto, la pieza central de Blonde: Ana de Armas. La actriz cubana seguramente ostenta uno de los papeles de su vida. Se desliza con una facilidad desconcertante en la piel de Norma Jean/Marilyn Monroe -sin prótesis pero con horas de maquillaje y peluquería- y ofrece una actuación tan inquietante como prodigiosa. Como era de esperar, el resto del elenco está impecable, pero realmente es Ana de Armas quien brilla en la película.
Si la duración de la película (2h46) puede desanimar a algunas personas, la experiencia cinematográfica de Blonde bien vale la pena el desvío, aunque es aún más apreciable en una pantalla grande. Nos gustará o no nos gustará esta desgarradora y radical visita a la psique ficticia de Marilyn Monroe pero una cosa es segura, no nos dejará indiferentes.