“Los Estados deben re-entender por qué la investigación académica es fundamental”

La investigación académica global está perdiendo eficiencia, legitimidad y responsabilidad. Los incentivos que subyacen a la publicación masiva tienen un impacto negativo en nuestras sociedades y en los productores del contenido: los propios investigadores. En un mundo donde la comprensión desinteresada de nuestros ecosistemas es vital para enfrentar los desafíos de la emergencia climática, es hora de capacitar a los investigadores para que trabajen de manera independiente, efectiva y relevante en un entorno profesional saludable, al tiempo que se garantiza la transmisión del conocimiento al público en un forma comprensible y accesible.

La crisis sanitaria ha puesto en primer plano la investigación académica, desde la comprensión del virus responsable del Covid-19 hasta el desarrollo de varias vacunas. Esta carrera vacunal también ha sido escenario del perverso sistema sobre el que se construye actualmente la investigación académica: el incentivo a la rápida producción y publicación masiva de artículos científicos. A nadie se le habrá escapado ciertas retractaciones de artículos, inicialmente publicados en varias revistas científicas de prestigio, como La lanceta. El sitio web de Retraction Watch resume en esta pagina todos los artículos científicos retirados cuya temática esté relacionada con el Covid-19.

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Quitar un artículo no es malo en sí mismo, porque ningún artículo pretende presentar “la verdad”, sino sólo elementos que permitan acercarse a ella. Ningún resultado científico es definitivo. La pluralidad de respuestas proporcionadas permite aportar elementos para afinar el análisis, encontrar posibles errores o incluso proponer nuevos enfoques, con el fin de obtener conclusiones más cercanas a la “realidad”. Este es el corazón del proceso científico que, por definición, quiere ser iterativo y preciso, y por tanto largo frente a la sed de inmediatez imperante.

Investigadores evaluados por el volumen de su trabajo

Respetar este proceso científico es fundamental para comprender “correctamente” nuestro mundo y respetar sus ricos y diversos ecosistemas. Desafortunadamente, la investigación académica se basa en un sistema que fomenta el desacato de este proceso, pero garantiza la construcción sólida de la base de conocimiento común. Los investigadores del mundo actual se encuentran excluidos y a merced de los tres actores del mercado del conocimiento: organismos de financiación de la investigación (públicos o privados), bibliotecas universitarias e instituciones de investigación (como el CNRS en Francia).

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