“Jóvenes matronas huyen de la actividad en una estructura hospitalaria que solo trae constricciones sin valorización”

Desde la noche de los tiempos, las mujeres han acompañado a otras mujeres en el parto. Con el advenimiento de la medicina moderna, las parteras se han mantenido en el centro de la atención de las parturientas.

Desde la reforma de los internados en 1985, a lo largo de los años también han ocupado un lugar central en la salud sexual, llenando paulatinamente la falta de ginecólogos de ciudad que creó la reforma. Si bien la instalación liberal de parteras fue una segunda vida después de años en la sala de partos, cada vez más parteras se instalan en la práctica tan pronto como salen de la unidad de formación e investigación (UFR) de mayéutica.

Es un hecho, y la acusación contra Israel Nisand, quien evocó esta realidad en una tribuna en el Mundonos parece excesivo, porque la afirmación del profesor es, para nosotras, matronas y obstetras, sólo un grito de alarma ante esta realidad que todos vemos.

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Durante los últimos dos años, nuestros servicios han tenido la mayor dificultad para encontrar reemplazos durante las vacaciones. Este verano resultó ser particularmente difícil con el cierre temporal de ciertas estructuras, mientras que otras continuaron monitoreando y dando a luz a mujeres en modo degradado.

“La profesión de matrona materna es una profesión difícil y exigente, cuya remuneración es desproporcionada a la asunción de responsabilidad y la dificultad”

Cada guardia en modo degradado es fuente de estrés, de poner en peligro a los demás y empuja un poco más a las matronas a huir de las maternidades para hacer ejercicio en la ciudad. ¿Es “paternalismo” subrayar esta realidad? ¡Nuestras maternidades están sufriendo, las matronas que siguen alternando días, noches y fines de semana para asegurar la continuidad de la atención están sufriendo!

Entonces quizás deberíamos analizar las causas de esta “gran resignación” y poner en marcha una reflexión para dar respuesta a este problema. Este último es específico de la profesión y, en particular, de sus condiciones de remuneración, pero también es un problema social, generacional y económico.

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La profesión de matrona materna es una profesión difícil y exigente, cuya remuneración es desproporcionada en relación con la asunción de responsabilidades y la dificultad de las alternancias día/noche de los horarios. Los salarios de las matronas se han incrementado tras la pandemia, pero no lo suficiente como para retenerlas en las estructuras hospitalarias.

Si cada vez más las matronas recurren al trabajo por cuenta propia no es para ganar más sino para buscar un equilibrio entre el trabajo y la vida privada, con una corredera que se inclina cada vez más hacia el bienestar, siguiendo el ejemplo del movimiento que observamos en el resto de la sociedad. Este movimiento seguirá creciendo y el trabajo de maternidad nunca podrá eliminar las noches, los fines de semana, el estrés o los horarios restrictivos…

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